De Gabriel García Márquez
CAPÍTULO 16
Llovió cuatro años, once meses y dos días. Nadie podía dejar la casa, José Arcadio Segundo se pasaba el tiempo en el laboratorio platicando con Melquíades y absorto en los pergaminos. Aureliano Segundo esperaba que escampara para ir a casa de Petra. Después de un tiempo, la comida empezó a escasear y Fernanda le exigía a su marido que saliera en busca de víveres. Úrsula aseguraba que se moriría cuando escampara. Fue necesario excavar canales. En esos días se murió el coronel Gerineldo Márquez y el sepelio se vio arruinado por la lluvia. Úrsula se asomó a la ventana para despedirse de él. Aureliano Segundo va a casa de Petra Cotes y la encuentra tratando de salvar las pocas reses vivas que les quedaban. Enojada, Petra le reclama a Aureliano no haber acudido a sus llamados.
CAPÍTULO 1
Muchos
años después, el coronel Aureliano Buendía se acordaría de cuando su padre los
llevaba, a él y a su hermano, a conocer las maravillas del circo. José Arcadio
Buendía amaba la época en que el circo llegaba a Macondo y con él llegaba
Melquíades, un gitano extravagante que llegaba al pueblo con los inventos más
extraños. Imanes que recolectaban todo a su paso, tapetes voladores y enormes
cubos de hielo. Melquíades, a su despedida del pueblo, siempre le dejaba sus
tesoros a José Arcadio, él, por su parte, emprendía con ellos las empresas más
osadas. Úrsula, su mujer, siempre renegaba e intentaba impedir que su marido
gastara el poco dinero, pero siempre era inútil. Los hijos gozaban del circo e
igualmente se sorprendían por los inventos y las enigmáticas personalidades que
llegaban con él.
CAPÍTULO 2
El
criollo cultivador de tabaco, José Arcadio Buendía, estableció una
sociedad con el bisabuelo de Úrsula, el negocio fue tan productivo que en poco
tiempo hicieron una fortuna. Los lazos de unión entre José Arcadio y Úrsula se
estrecharon desde entonces, en el pueblo de Riohacha. La madre de Úrsula se
encargaba de atormentarlos con los peligros a los que su descendencia se
exponía por el parentesco familiar, eran primos, que había entre ellos. En un
duelo de honor, así calificado por el pueblo, José Arcadio Buendía mató a
Prudencio Aguilar cuando una noche hacía bromas sobre el matrimonio todavía no
consumado por el terror de Úrsula sobre sus futuros hijos. José Arcadio y
Úrsula se sintieron culpables por el asesinato, culpa que sentirían hasta en la
tumba. Después de largas noches de insomnio a causa del espíritu de Prudencio,
los Buendía deciden abandonar el pueblo y fundar uno nuevo: Macondo. Ya
instalados en el pueblo que fundó José Arcadio con otros amigos, empezaron las
visitas del circo. A la casa de los Buendía llegaba todas las mañanas Pilar
Ternera, una jovial y risueña mujer que leía la baraja y ayudaba a Úrsula con
las labores domésticas. Con el pretexto del juego, Pilar Ternera inició a José
Arcadio en los menesteres del amor; así se inició la relación de la mujer con
los Buendía. Tiempo después Aureliano se enteró de la relación que José Arcadio
sostenía con Pilar y, se convirtió en su cómplice. Un jueves de enero nació
Amaranta y para fortuna de su madre, Úrsula, después de una detenida
examinación, era un bebé con todas las partes de ser humano.
CAPÍTULO 3
Pilar
Ternera parió a un Buendía, el niño, a pesar de la voluntad de Úrsula, fue
llevado a la casa de los abuelos. Le dieron el nombre de José Arcadio y la abuela
puso como condición que nunca se le fuera revelado su origen. José Arcadio se
volvió una autoridad en el pueblo y nada se hacía sin ser antes consultado con
él. Úrsula se encargó de consolidar la economía familiar, y así sería hasta sus
últimos días, con su maravillosa industria de galletitas y peces azucarados.
Por su parte, Aureliano había dejado de ser un niño y era lo contrario a la
imagen de su hermano; Aureliano era silencioso y meditabundo y se había dado al
oficio de la platería. Un domingo llegó Rebeca, con los huesos de sus padres en
una caja y una carta para José Arcadio. La niña no hablaba, llegaron a creer
que era sordomuda y hasta el día de su muerte la llamaron Rebeca Buendía.
Descubrieron que Rebeca tenía el vicio de comer tierra y cal de las paredes;
después de los esfuerzos de Úrsula dejó de hacerlo y comenzó a hablar. Con la
llegada de nueva gente a Macondo llegó la enfermedad del insomnio y, más tarde,
la peste de la memoria. Los habitantes del pueblo pasaban noches sin dormir y
se estaban olvidando de su historia y hasta de los nombres de las cosas. De
todo los curó Melquíades.
CAPÍTULO 4
La
casa fue remodelada y creció tanto como la familia. Rebeca y Amaranta se habían
convertido en adolescentes y Úrsula decidió hacer una gran fiesta para ellas.
La abuela mandó llamar a Pietro Crespi, un bailarín del cual se enamorarían las
dos niñas. Amaranta cultivó un rencor por Rebeca que se llevaría hasta la
tumba. Llegó al pueblo la familia Moscote, los padres y siete bellas hijas.
Aureliano conoció a Remedios Moscote y quedó enamorado perdidamente de su
candidez, la niña tenía nueve años. El dolor y la amargura se instalaron en
casa de los Buendía cuando Pietro Crespi dejó el pueblo, Rebeca, por su parte,
se queda sufriendo silenciosamente. Aureliano es el único que la comprende pues
sufre del mismo mal de amor. Pilar Ternera se entera del amor que Aureliano le
profesa a la menor de los Moscote y consigue que la niña acepte casarse con él.
El matrimonio es aceptado bajo la condición de que Rebeca también cumpla su
deseo de casarse. Amaranta la amenaza con impedir su boda, si fuera necesario,
hasta con su propia muerte. Melquíades, el viejo sabio, se murió y José Arcadio
se negó a enterrarlo. A l viejo José Arcadio se le iba el tiempo inventando
mecanismos y estudiando los libros de Melquíades, fue perdiendo el interés por
el mundo, excepto por el laboratorio que le dejó el gitano. Una tarde, José
Arcadio entra en un estado tan alterado de locura que Aureliano, ayudado por
diez hombres, tuvo que amarrarlo al castaño.
CAPÍTULO 5
Aureliano
y Remedios se casaron un domingo, Rebeca estaba muy triste por la demora de
Pietro. El señor Moscote llevó un padre a Macondo que, más tarde, se daría a la
tarea de edificar un templo que tardaría más de quince años en ser terminado.
Amaranta, queriendo impedir la boda, propuso que la boda entre Rebeca y Pietro
se realizará cuando el templo hubiera sido terminado. Hubo un nuevo y
definitivo aplazamiento, la muerte de Remedios; una madrugada fue encontrada en
un mar de sangre y con un par de gemelos atravesados en el vientre. Úrsula
dispuso un duelo de puertas y ventanas y Rebeca volvió a comer tierra. Una
tarde apareció un hombre enorme, de grandes músculos y el cuerpo curtido de
sal, era José Arcadio que, muchos años atrás, se había ido con los gitanos.
Rebeca descubrió en Arcadio el amor y se olvidó de Pietro. Aureliano se integra
a la guerra civil, en muy poco tiempo es nombrado coronel.
CAPÍTULO 6
Aureliano
se aleja de Macondo, se convierte en un hombre mítico; en el pueblo se tienen
noticias suyas por medio de los 17 hijos que tuvo durante la revolución.
Arcadio, el nieto de José Arcadio, sigue los pasos de su tío, pero se convierte
en un dictador, Úrsula lo desprecia. José Arcadio, que sigue amarrado al
castaño, había perdido todo contacto con la realidad. Rebeca y José Arcadio se
van de la casa pues, según Úrsula, son la deshonra de la familia. Amaranta y
Pietro Crespi inician una profunda amistad que, más tarde, se convertiría en
amor. Pietro le pide a Amaranta que se casen y ésta se niega rotundamente; el
dolor se le vuelve insoportable y, al poco tiempo, Pietro Crespi se corta las
venas. Amaranta se refugia en la costura y el hermetismo. El carácter firme de
Rebeca convierte a José Arcadio en un manso hombre de trabajo. En la guerra,
Arcadio es aprendido y fusilado pidiendo, como su última voluntad, que su hijo
sea llamado José Arcadio y Úrsula si fuera niña.
CAPÍTULO 7
La
guerra había terminado pero el coronel Aureliano Buendía estaba condenado a
muerte. La noche de su fusilamiento José Arcadio Buendía, rifle en mano,
rescató a su hermano. El coronel y seis hombres volvieron a la guerra, dejaron
Macondo para seguir la revolución. Una buena tarde llegó el telégrafo a
Macondo. Rebeca y José Arcadio vivían apartados de su familia; sorpresivamente,
un hilo de sangre atravesó el pueblo, desde la casa de Rebeca hasta la casa de
Úrsula, la madre supo que habían matado a su hijo José Arcadio. El coronel
Aureliano volvió a Macondo acompañado de su compadre Gerineldo Márquez.
Gerineldo estaba enamorado de Amaranta y la visitaba todas las tardes. Úrsula
le pidió a Amaranta que se casara con el coronel, ésta se indigno y, aseguró,
que nunca se casaría.
CAPÍTULO 8
Amaranta
observaba a Aureliano José, hijo del coronel, desde su mecedor. Su sobrino
había dejado de ser un niño y se resistía a dormir lejos de ella por temor a la
lluvia, de juegos inocentes pasaron a quitarse las ropas, intercambiaron
caricias y se perseguían por todos los rincones para amarse. Un día, cuando
Úrsula casi los descubre, Amaranta salió de su fascinación y terminó de tajo
con Aureliano José. El sobrino moriría enamorado de Amaranta. La vida en la
casa cambiaba según los ánimos y las circunstancias de los habitantes. Una
noche, cuando Aureliano José se paseaba desarmado por los antros, y en el
contexto de una guerra, un capitán del gobierno lo asesinó de tres tiros. El
coronel Aureliano Buendía volvió a Macondo acompañado por todo su regimiento.
Úrsula descubrió, a pesar suyo, que su hijo había perdido el corazón en la
revolución.
CAPÍTULO 9
Llegaron
a Macondo seis abogados, representantes del gobierno, en busca del coronel
Buendía para firmar ciertos acuerdos. Se firman los convenios aún cuando los
abogados y el coronel reconocen que la revolución se ha convertido en una
disputa por el poder. Después de veinte años de guerra, el coronel le pide
ayuda a su amigo Gerineldo Márquez para acabar con la revolución donde,
también, había perdido la vida y ahora le resultaba vacía. El coronel, para
felicidad de su madre, vuelva a ser el hombre de la casa de los Buendía. Muchos
años después, cuando el coronel seguía buscando poner fin a la violencia fue
mal herido. Meses después se recuperó.
CAPÍTULO 10
Santa
Sofía de la Piedad había sido la mujer de Arcadio, tuvieron dos varones:
Aureliano Segundo y José Arcadio Segundo. Los niños fueron tan parecidos cuando
eran niños que hasta su misma madre los confundía. Aureliano Segundo se dio a
la tarea de descifrar los pergaminos que Melquíades había abandonado con su
muerte, pero una tarde, el gitano apareció en el laboratorio y se dispuso a
transmitirle todo su conocimiento. En cambio, José Arcadio Segundo se dedicó al
negocio de los gallos de pelea, Úrsula intentó evitarlo pero no obtuvo ningún
resultado. Aureliano segundo conoció a la mujer que lo sacaría de su encierro y
con la que compartiría toda su vida: Petra Cotes. A pesar de ser su mujer y
después su concubina, la amaba más que a su propia esposa. Con Petra conoció la
fortuna y la felicidad y, juntos, se convirtieron en unos despilfarradores y
holgazanes. En una feria, donde Remedios, la bella, fue proclamada reina,
Aureliano Segundo conoció a Fernanda que, más tarde, sería su mujer.
CAPÍTULO 11
El
matrimonio estuvo a punto de terminarse a los dos meses cuando Fernanda se
enteró que Aureliano Segundo mantenía la relación con Petra Cotes. Fernanda
venía de una familia acostumbrada a la buena vida y a cumplir con las reglas de
etiqueta. Todo el tiempo que vivió en Macondo trató de imponer las mismas
reglas para los Buendía. Los obligaba a sentarse a la mesa con manteles de lino
y vajilla de plata. Fernanda se desvivía por atender la casa y era muy estricta
con Aureliano. El hombre, agobiado por la dureza de Fernanda, se entregó al
derroche de su fortuna y a vivir apasionadamente con su concubina. Pero, de su
matrimonio nació Renata Remedios que, por su belleza e inocencia, sería la
perdición de cuanto hombre la mirara. A su regreso de la guerra, el coronel
Aureliano se había dedicado a la platería y siempre se le veía en el
laboratorio de Melquíades. Una tarde, a pesar de su voluntad, su madre lo
obligó a abrir la puerta. El coronel se encontró con 17 hombres que lo
reclamaban como a su padre. Los 17 aurelianos se dedicaron a recorrer el pueblo
y a disfrutar de los placeres de sus mujeres. Uno de ellos, Aureliano Triste
llegó a la casa donde había vivido José Arcadio y después de tirar la puerta,
en medio de la neblina, se encontró con Rebeca que le apuntaba con el rifle.
Rebeca había estado encerrada desde la muerte de José Arcadio y estaba
convertida en una anciana. Aureliano Triste había heredado el gusto por las
empresas casi imposibles pero era afortunado en los negocios y, una buena
tarde, decidió llevar el ferrocarril a Macondo.
CAPÍTULO 12
Llegó
a Macondo la luz, el cine, muchas novedades. Con el ferrocarril llegó Mr.
Herbert y, un día, invitado a comer en casa de los Buendía probó los bananos.
Le impresionaron tanto que en los siguientes días siempre se le vio haciendo
pruebas y tomando apuntes respecto a la fruta. Después de varios meses llegó a
Macondo una avalancha de forasteros que empezaron a construir casas y, más
tarde, llegaron sus familias y sus animales. El pueblo se llenó de gente nueva,
los gringos se habían asentado en Macondo para explotar la tierra, el banano; y
el resto de la gente había llegado Macondo atraídos por las historias que se
contaban del pueblo. Mientras el coronel vivía enojado por la invasión,
Aureliano Segundo estaba feliz de relacionarse con gente nueva y vivir en una
constante fiesta. Remedios, la bella era la única que no se alteraba con los
vertiginosos cambios, pero todos los hombres que la miraban se volvían locos o
se morían de amor por ella. Una tarde, mientras doblaba ropa limpia, Remedios,
la bella, salió volando llevándose con ella unas sábanas. José Arcadio Buendía
seguía atado del castaño y en una ocasión, mientras Úrsula lo alimentaba, le
confesó su tristeza por la próxima muerte de su hijo Aureliano. El coronel
cansado y enojado por la presencia de los gringos, decidió retomar las armas y
acabar con ellos, acudió a pedirle ayuda a su amigo Gerineldo Márquez, éste se
negó mirándolo con compasión.
CAPÍTULO 13
Con el
paso de los años Úrsula estaba perdiendo la vista pero seguía teniendo una
energía que le permitía ocultar su vejez. La abuela se guiaba por los olores y
por los sonidos y dedicaba su tiempo a la educación de José Arcadio, el hijo de
Fernanda que sería Papa. Meme, la primogénita del matrimonio, sería una excelente
ejecutante de clavicordio. Llegado el momento, los dos se fueron a continuar
sus estudios en el extranjero. En su soledad, Amaranta había empezado a tejer
su propia mortaja. Aureliano Segundo seguía siendo más feliz en los brazos de
Petra y sólo volvía a la casa cuando sus hijos regresaban de vacaciones.
Fernanda, por su parte, les escribía largas cartas mintiéndoles sobre la
felicidad que reinaba en la casa. Aureliano Buendía pasaba todo el día recluido
en el laboratorio, trabajaba en la platería. El único día que se asomó a la
calle fue para ver pasar al circo. Los nuevos visitantes estaban muy lejos de
parecerse a Melquíades y sus amigos.
CAPÍTULO 14
Las
vacaciones de Meme coincidieron con la muerte del coronel Aureliano Buendía.
Meme había terminado sus estudios y se dedicaba a pasear con sus amigas y a
tocar el clavicordio todas las tardes. En poco tiempo la casa se llenó de
amigas que iban a la costura. Meme sobresalía por su entusiasmo y reanudó una
bella relación con su padre que se desvivía por complacerla. Tiempo después, la
actitud de Meme fue cambiando y su madre, Fernanda, la sorprendió en varias
mentiras. Una tarde, después de días de secreta vigilancia, Fernanda la
descubrió besándose con Mauricio Babilonia en la oscuridad del cine. La madre, como
era de esperar, la encerró en la casa y le prohibió toda clase de visitas. Meme
no parecía sufrir y, al contrario, disfrutaba de pasar horas en su cuarto. Una
noche, Fernanda pidió ayuda a la policía para capturar un ladrón de gallinas
que estaba en la parte trasera de la casa. Repentinamente, se oyeron unos
disparos y Mauricio Babilonia cayó muerto dejando a Meme esperando un hijo
suyo. Una mañana Amaranta anunció su muerte y, sin querer confesarse, se acostó
en su lecho hasta que cerró los ojos.
CAPÍTULO 15
Aureliano
Segundo se distanció, aún más, de Fernanda por la forma en que se comportó con
Meme. Años después descubrió lo que su propia esposa había intentado ocultarle,
Meme había tenido un niño de Mauricio y llevaba tres años escondido en el
laboratorio de Melquíades. Aureliano Segundo se encargó de su educación y lo
llamó José Arcadio. Por su parte, José Arcadio Segundo había abandonado los
gallos de pelea para trabajar en la compañía bananera, pero después de años de
explotación se convirtió en el líder de los trabajadores y formó el primer
sindicato de Macondo. El sindicato peleaba contra los gringos y José Arcadio
Segundo se vio, muchas veces, en peligro de ser encarcelado. José Arcadio
entendió mejor a su tío, el coronel Aureliano Buendía, pero al final de la
lucha descubrió que la verdadera razón de ambos era el vació que tenían en el
corazón.
CAPÍTULO 16
Llovió cuatro años, once meses y dos días. Nadie podía dejar la casa, José Arcadio Segundo se pasaba el tiempo en el laboratorio platicando con Melquíades y absorto en los pergaminos. Aureliano Segundo esperaba que escampara para ir a casa de Petra. Después de un tiempo, la comida empezó a escasear y Fernanda le exigía a su marido que saliera en busca de víveres. Úrsula aseguraba que se moriría cuando escampara. Fue necesario excavar canales. En esos días se murió el coronel Gerineldo Márquez y el sepelio se vio arruinado por la lluvia. Úrsula se asomó a la ventana para despedirse de él. Aureliano Segundo va a casa de Petra Cotes y la encuentra tratando de salvar las pocas reses vivas que les quedaban. Enojada, Petra le reclama a Aureliano no haber acudido a sus llamados.
CAPÍTULO 17
Dejó
de llover y Úrsula se dedicó a restaurar la casa. Aureliano Segundo tomó sus
baúles y regresó a casa de Petra Cotes. José Arcadio Segundo seguía estudiando
los pergaminos de Melquíades. Con la restauración de la casa, Úrsula se llenó
de recuerdos y se esforzó por cumplir su promesa de morir. La mujer, ya en sus
últimos días, regresó el tiempo en su memoria y a los nuevos descendientes los
confundía con los primeros. Rebeca murió a finales de ese año y Aureliano
Segundo se hizo cargo del entierro. Con el diluvio Macondo parecía un pueblo
fantasma, estaba deshabitado y todas las casas perecían caerse con solo
mirarlas. Amaranta Úrsula, la hija menor de Fernanda, se fue a estudiar a
Bruselas. El nueve de agosto, José Arcadio Segundo se murió mientras conversaba
con su hermano gemelo. Pocas horas después, Aureliano Segundo dejó de respirar
cuando dormía en la cama de Fernanda. Petra Cotes intentó ponerle los botines
con los que siempre había deseado morir, pero Fernanda le prohibió la entrada a
la casa. Los gemelos fueron enterrados en baúles iguales y volvieron a ser
idénticos como lo fueron en la niñez.
CAPÍTULO 18
Aureliano
no abandonó en mucho tiempo el cuarto de Melquíades. Había empezado a traducir
los pergaminos; Santa Sofía de la Piedad se encargaba de llevarle café, un poco
de comida y de cortarle el pelo. Desde la muerte de Aureliano Segundo, Fernanda
se encargaba de mandar todos los días un canasto con víveres. Así humillaba a
quien la había maltratado. Para Santa Sofía de la Piedad el que hubiera pocos
habitantes en la casa le permitía descansar, la casa se precipitó en una crisis
de senilidad y estaba casi en ruinas. Santa Sofía de la Piedad después de
desistir de seguir trabajando, tomó sus pocas cosas y abandonó la casa y a
Aureliano con Fernanda. Pasaron los años y Fernanda empezó a disfrutar de los
recuerdos. Una mañana Aureliano la encontró tendida en su cuarto vestida de
reina. Aureliano, deseoso de seguir estudiando, salió a la calle en busca de
ciertos libros. Así, Aureliano estaba consiguiendo traducir los pergaminos y
empezó a disfrutar de ir a la librería.
CAPÍTULO 19
Amaranta
Úrsula regresó en diciembre. Apareció sin previo aviso, con bellos vestidos,
hermosos collares y con su esposo. El hombre con quien se había casado era
mayor que ella y tenía facha de navegante. Con Amaranta Úrsula llegó la
felicidad. Volvió para quedarse y estaba dedicada a la salvación de la casa.
Aureliano se mantenía encerrado en el taller y absorto en los estudios.
Amaranta Úrsula acabó con las hormigas, revivió las flores, abrió las puertas y
las ventanas. Su marido moría de amor por ella y le cumplía todos sus deseos.
Una mañana, Amaranta Úrsula entró al taller y empezó a conversar con Aureliano.
Amaranta Úrsula gozaba de hacer el amor con su marido sin importarles donde,
Aureliano estaba profundamente enamorado de Amaranta. Se lo confesó a
Negromante, una muchacha con la que Aureliano pasaba muchas noches. Un día,
mientras el marido de Amaranta escribía cartas a sus amigos, Aureliano entró en
la alcoba de su tía y la despojó de sus ropas. Lo que empezó en un forcejeo de
resistencia terminó siendo un acto de amor y pasión.
CAPÍTULO 20
Pilar
Ternera se murió sentada en su mecedor de bejuco. Gastón, el marido de Amaranta
Úrsula decidió viajar a Bruselas para supervisar sus negocios. Con su partida,
Aureliano y Amaranta Úrsula se dieron a la tarea de amarse. Mientras ella
cantaba de placer, Aureliano se iba haciendo más absorto y callado, porque su
pasión era ensimismada. De pronto, Amaranta Úrsula recibió la noticia del
regreso de Gastón, la mujer le respondió la carta contándole de su amor por
Aureliano y, para sorpresa de ambos, Gastón los felicitó y les deseo lo mejor.
La feliz pareja estaba esperando un hijo. Aureliano empezó a rastrear su origen
pero no encontró a nadie que lo ayudara. Amaranta Úrsula hacía collares de
vértebras de pescados, pero nunca encontró quien se los comprara. El niño nació
y lo llamaron Rodrigo. Después de cortarle el ombligo, la comadrona se puso a
limpiarlo ayudada por Aureliano. Cuando lo voltearon boca abajo descubrieron
que el niño tenía cola de cerdo. La comadrona les dijo que podrían cortársela
cuando el niño mudara los dientes, Amaranta Úrsula y Aureliano se quedaron
tranquilos. Amaranta Úrsula estaba perdiendo mucha sangre y después de varios
días se murió. Absorto en su dolor, Aureliano se olvidó de su hijo hasta que
Nigromanta acudió para ayudarlo. Aureliano tuvo la revelación de encontrar en
los pergaminos la historia de sus vidas y el trazo de su destino. Aureliano
descubrió que su familia había estado condenada a cien años de soledad.
que chebereeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee ;)
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